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sábado, 7 de marzo de 2009

Un lúcido elogio de la amistad

Bajo la apariencia de un debate sobre la estética y los gustos, sobre la modernidad y el clasicismo, Arte es un canto a la amistad incondicional, a la lealtad basada en el cariño y en la comprensión, al apoyo mutuo entre colegas, a un sentimiento íntimo que ha de superar obstáculos para convertirse en una actitud incondicional.

Este rasgo de la obra más famosa de la dramaturga francesa Yasmina Reza, escrita en 1994, explicaría su triunfo en los 35 países donde ha sido estrenada y donde ha contado con el respaldo entusiasta del público y con la opinión favorable de la crítica. Una combinación que rara vez coincide en el teatro y en otras manifestaciones artísticas. Ser comercial y tener calidad, al mismo tiempo, resulta algo bastante insólito.

A estas alturas, no descubrimos nada si afirmamos que Arte es un ejemplo de texto brillante, medido hasta en sus más mínimos detalles o incluso en sus reveladores silencios, una pieza de relojería teatral que se mueve a un ritmo preciso de comedia y drama, de gritos y susurros. En definitiva, como la vida misma. El triángulo formado por tres amigos que ya han alcanzado la edad madura, -dos triunfadores y un perdedor- que se resquebraja tras comprar uno de ellos un cuadro en blanco, que le ha costado una fortuna, lo convierte Yasmina Reza en un magnífico pretexto para hablar de los límites de la amistad. ¿Los amigos deben admirarse siempre? ¿Exige esa relación una identificación total, una afinidad sin fisuras? ¿La lealtad implica, obliga incluso, a la crítica? Iván, el personaje conciliador de la obra, el fiel de la balanza encarnado por Luis Merlo, resume así la filosofía de fondo que transmite Arte: Yo sólo quiero ser vuestro amigo.

Cuarta versión que se representa en España, esta Arte dirigido por Eduardo Recabarren e interpretado por Luis Merlo, Iñaki Miramón y Alex O'Dogherty no desmerece de sus antecesoras. Es cierto que la obra supone un caramelo para cualquier actor, pero resulta igualmente indudable que la pieza descansa sobre el agotador trabajo de los intérpretes. Salvo algunos momentos de estridencias innecesarias, los tres actores saltan con habilidad de los monólogos a los diálogos, de las miradas a los cruces de acusaciones. Para los espectadores que vean Arte por primera vez, será un placer. Y aquellos que ya conozcan la obra, comprobarán las razones de su éxito durante años.

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