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martes, 12 de abril de 2016

"He llegado a 'La que se avecina' para quedarme"


"El amor nace con vocación de eternidad".Así explica Luis Merlo la pasión con la que se embarca en lo que quiere que sea "un proyecto totalmente nuevo en su carrera".

El actor que salió por las puertas de Desengaño 21, cruza diez años después la de Mirador de Montepinar para reencontrarse con los creadores de La que se avecina, serie donde coincidirá también con algunos de sus antiguos vecinos en Aquí no hay quien viva.

Luis Merlo ha explicado que el tiempo que ha pasado para dar el paso de incorporarse a la ficción de Telecinco era "sin duda" necesario: "Si no dejaba pasar un tiempo, era imposible que hubiera podido hacer algo tan cercano emocionalmente a lo que había pasado con Mauri", ha declarado emocionado. 

Ecoteuve.es entrevista al actor de La que se avecina.

¿Cómo es el personaje de Bruno en La que se avecina?
Hay personas en este mundo que solo saben hacer bien su trabajo y luego no saben relacionarse, no saben vivir... Este hombre toca el piano como los ángeles e incluso da conciertos internacionalmente, pero es lo único que sabe hacer. No sabe vivir, no sabe relacionarse, tiene muchas fobias, le acaba de dejar la mujer. Cuando escriben este personaje pensando en ti quiere decir que los creadores de la serie confían en ti como actor. Creo que es la primera vez que hago un registro tan al límite. Lo bonito de este trabajo es hacer personajes que si se metieran en una habitación no se entendieran, eso significaría que habré podido hacer personajes muy diferentes. Es un personaje de pura 'sitcom' americana lleno de tics internos.

En este país y en este trabajo hay mucho miedo a algo que nos define muchísimo, a la exageración. Los latinos somos exagerados por naturaleza. Este es un personaje exagerado por naturaleza. Yo estoy harto del naturalismo y con este personaje lo único que pretendo que desde ese exceso sea de verdad pero nunca natural.

Entonces La que se avecina es su serie. Una serie de excesos...
Ha sido brutal. La gente que lo ve desde fuera pensará 'a estos nunca les va mal, ¿o qué?'. Yo no soy así de expresivo cuando no he vivido un viaje bonito. Estoy verdaderamente apasionado porque el reencuentro es maravilloso, pero hay que olvidarlo y empezar como un nuevo proyecto. Si no, estás condenado a repetirte. 

 ¿Necesitaba entonces que pasara todo este tiempo para incorporarse a la ficción?
Sin duda, sin duda. Por aquel momento había un personaje que me había cambiado la carrera y la vida. Y continuar en el mismo contexto era imposible. Si no dejaba pasar un tiempo, era imposible que hubiera podido hacer algo tan cercano emocionalmente a lo que había pasado con Mauri, algo que hubiera podido parecerse a aquel vuelco en mi vida que supuso Mauri. Habría ido hacia abajo, era imposible subir un escalón más arriba.

Ahora con las perspectiva del tiempo sí. Si me regalaron Mauri, Bruno es otro regalo. Con un ADN totalmente distinto que ha requerido la misma pasión. (Se emociona) Es muy importante volver a querer. Creer que ya no querías y volver a querer. Y gracias a Alberto y a Laura, porque me he dado cuenta de lo mucho que les he querido y lo mucho que les quiero.

¿Qué diferencias ve entre rodar Aquí no hay quien viva y La que se avecina?
Es otro código. Aquí en la pista se corre a 280 por hora. En la segunda secuencia era la presentación de mi personaje y en su primer capítulo no le pueden pasar más cosas. Posiblemente, lo que pasa en una secuencia de La que se avecina podía dar vida a un capítulo de Aquí no hay quien viva. Es tan grande el cúmulo de circunstancias y del gag maravilloso inventado por Chaplin de la tarta en la cara, que estará vivo si se hace con talento siempre. Este pastelazo a lo mejor en Aquí no hay quien viva no te caía y le caía a otro. Aquí nos cae un pastelazo en la cara en cada capítulo a cada uno de nosotros.

Mi abuelo Luis Merlo, al que siempre rendiré homenaje mientras viva, decía que en esta profesión había géneros y que ese naturalismo ha acabado con los géneros. Está la tragedia, la comedia, el drama, la farsa... y esto es una comedia enloquecida. El actor que la interpreta tiene que enloquecer un poco y eso parece que está mal visto porque te pueden tachar de un actor intérprete. Estoy feliz de serlo y estoy cansado de los actores creadores si no les entiendo.

¿Ha coincidido con personajes como el de Loles León o el de Eva Isanta?
Digamos que el vínculo de unión de mi aparición en esa serie es mi terapeuta, Judith, pero después de eso ,que sucede en los dos primeros episodios de mi incorporación, había que incluirme en una comunidad. Cómo me incluyo en la comunidad en la que digo el título de la otra serie es a través de la música y eso ha sido una especie de enloquecido flautista de Hamelín que ha traído algo a la comunidad.

¿Ha tenido que tocar el piano? ¿Sabe tocarlo?
Sé tocarlo, pero jamás como un concertista de fama internacional. He contado con la ayuda del maestro Vladimir que es un magnífico concertista y luego con la investigación de las nuevas técnicas audiovisuales. Yo sí poseo la colocación al piano porque toco el piano como hobby pero luego a través de unos efectos el cuerpo es el de Vladimir y la cabeza es mía.

¿Bruno ha llegado para quedarse?
Sí. Yo solo quise el reencuentro. Primero el personal en una reunión y luego el reencuentro profesional. El amor nace con vocación de eternidad, nunca termina la vez, pero en este caso ni por parte de ellos ni por la mía queremos que termine. Acaba de empezar. Entonces, sí.

¿Qué le tira de la televisión para volver después de tantos años ligado al teatro?
Amo el teatro, pero afortunadamente cuando tienes un productor como mi hermano, que sabe muy bien cómo hacer su oficio y encuentras un texto como el de Jordi Galcerán y tienes un compañero como Carlos Hipólito, estás tres años haciendo lo mismo y tienes que conseguir que cada día parezca el primero. Pero inevitablemente un actor que tenga cierta inquietud, después de tres años necesita probar algo nuevo. En televisión o en cine un personaje sucede por primera vez. Yo necesitaba esa primera vez. No la he provocado, ha sido un encuentro casi fortuito. Todo a veces es muy fortuito para llegar a una cosa muy sólida como es tu trabajo que es de lo que en última instancia vives y comes.

Después de un par de años apartado de la tele, ¿cómo valora la salud que goza la ficción española?
Pienso que ahora mismo el mundo de la creación internacional está en la televisión. La inversión para hacer una película es brutal, el tiempo de preproducción, rodaje, y de postproducción es brutal y dicen sí o no en cinco minutos. En cambio, en la televisión se pueden generar proyectos de manera más rápida y en la emisión ya sabes que está sucediendo. Creo que tanto en España como en el mundo hay una televisión en la que en vez de 13 capítulos se crean 13 películas de distintos géneros. Ya ves como actores que solo hacían cine ya están metidos en la televisión. A mi me fascina la televisión porque tiene una prisa que genera una energía muy saludable para u personaje.

¿Qué series le llaman más la atención actualmente?
Hombre, no soy objetivo. Me llama la atención La que se avecina, hay un clásico que es Cuéntame cómo pasó. Se hacen cosas valientes, con formatos más pequeños o formatos más violentos... Hay que hacer proyectos que no tengan excesos de idea de marketing previa porque se recorta la libertad. En la industria americana las tienes todas porque ellas inventaron esto. Ahora mismo sigo American Crime y la idea de que los mismos actores hagan historias completamente distintas... Esa idea me llama muchísimo la atención.

Hay mucha gente que opina que en la escena cada vez se parece más a su padre ¿qué sentimientos le producen estas comparaciones?
Admiración. Yo creo que este trabajo es tradición y transmisión de esa tradición. La gente que mira para atrás piensa que puede pecar de ser antigua. Yo creo que es difícil saber a dónde vas si no sabes de dónde vienes. A mi me gusta mirar para atrás y tuve la suerte de conocer y trabajar con mucha gente y fijarme en su voz me hizo intuir la voz que yo quería tener como actor. Sin duda alguna, mi padre ha sido una voz de referencia en el mundo de la comedia en televisión y el teatro. Es un orgullo. 

¿Es de los que cree que cualquier tiempo pasado en el mundo de la interpretación fue mejor?
Tuve la suerte de vivir en la época de los maestros que por lógica generacional se han ido. Ahora Víctor Palmero decía que había crecido conmigo, y no significa que yo fuera un maestro, significa que puede trabajar con alguien que le ha motivado a dar el paso para ser actor. Pues esa gente, la mía, ya no está.

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