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miércoles, 4 de marzo de 2009

Eran tres amigos...

En 1998 se estrenó en el teatro Marquina la primera versión castellana de Arte, la comedia de Yasmina Reza que ya triunfaba en otras capitales. Después vendrían dos temporadas con otro montaje encabezado por Ricardo Darín. Y en Euskadi la dirigió Carlos Zabala en Euskera. Ahora se repone en el teatro Alcázar con Luis Merlo, Iñaki Miramón y Alex O’Dogherty como protagonistas.

¿Por qué seguimos viéndonos si nos odiamos?, se pregunta el pusilánime Iván después de las broncas que mantienen los tres supuestos amigos. Y nadie sabe la respuesta. La compra de un cuadro blanco por parte de Sergio, uno del trío, desencadena una virulenta reacción que prácticamente acaba con veinte años de relación amistosa. Esta es una comedia infalible, un mecanismo teatral que funciona siempre. Hace unos días comentaba un compañero, tras el estreno de Una comedia española de la misma autora, que todavía no había creado unos arquetipos teatrales. Yo creo que sí. Que Marcos, Sergio e Iván son tres tipos que resucitarán cada cierto tiempo y volverán a encandilar a los espectadores.

Un triángulo
Son tres hombres, tres actores en un escenario minimalista. Aunque, en principio, pudiera parecer un triángulo equilátero, en esta versión uno de los lados es mayor. Iván, que lo hizo Flotats, luego Darín y ahora Merlo, es el más beneficiado. El actor, que debutara como el sensual Jokanan en la Salomé de Nuria Espert, conoce ya todos los recursos teatrales. A lo mejor es que también los lleva en los genes. El desquiciado gran monólogo de Iván fue interrumpido dos veces por los aplausos. Sería injusto dejar de reseñar que Miramón y O’Dogherty también arrancan carcajadas en numerosas réplicas.


100 minutos de risa
Creo que la baza fundamental para el éxito está en que esta situación provoca las carcajadas durante cien minutos. Aunque los amigos se lancen a la yugular de los demás, el espectador se ríe. Sólo en algunos momentos los actores consiguen enmudecer a la audiencia ante los tremendos exabruptos o ante el vapuleo que Marcos y Sergio propinan a Iván. Pero, como Reza, el espectador se ríe de la vacuidad del mundo del arte, del psicoanálisis, de los matrimonios de conveniencia o de las relaciones paterno-filiales. Además es un texto que admite muchos matices. Flotats lo hizo mucho más corrosivo, más cruel. Darín se decantó por un patetismo histriónico descacharrante. Y Merlo apuesta por la ternura y el desvalimiento.
Da igual, el público siempre va.

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1 comentario:

  1. "el gran monologo de Ivan fue interrumpido dos veces por los aplausos".....
    What more can you say???

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