Yasmina Reza escribió una de esas obras de teatro que en cuanto la ves sabes que estás viendo un clásico, una obra que se representará mientras haya humanos y teatros. Segunda vez que la representan en Madrid ( o tercera? ), segunda vez que tengo la suerte de asistir, y segunda vez que disfruto este texto tan traicionero.
Arte, poca gente lo dirá, pero es una obra perturbadora. Mucha gente saldrá del teatro diciendo que es una obra divertida, a mi me parece una tragedia. Es una obra en la que te ries, sí, con frases ingeniosas, conversaciones rápidas y que te llevan la sonrisa en muchos momentos a la cara, incluso alguna carcajada. Pero el objetivo no es divertir con ella. El objetivo es bajar las defensas de los espectadores, que se acomoden, se sientan cómodos. Y entonces, empieza a desarrollarse la tragedia que hay detrás de ese cuadro en blanco y las vidas de esos tres amigos. Incluso mientras la tragedia crece y los personajes se enfangan, hay talento humorístico en alguna frase, pero casi ya da vergüenza reirse. Es incómodo.
Dejando aparte el supuesto hilo argumental, que es el arte moderno, el texto profundiza en la felicidad, el sentido de la amistad, las personas.
Y poner más sin reventar algo de la obra empieza a ser complicado, así que me callaré, recomendando encarecidamente que vaya todo el mundo a verla. Por si hace falta alguna razón más, está Luis Merlo, uno de los actores de teatro que mejor se desenvuelven sobre las tablas.
Último motivo, y este lo entendereis sólo algunos, en un momento dado se dice la frase: Iván, eres un mierda, textual. Sólo por eso valía la pena pagar los 21 euros que costaba la entrada hoy.
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