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domingo, 7 de diciembre de 2008

La amistad también es un Arte

El teatro Cuyás se llenó de risas este fin de semana con la comedia Arte

La amistad, esa extraña relación humana que para muchos es un pilar fundamental en el desarrollo de una vida, es el tema central de la obra Arte, que ha inundado de risas este fin de semana el teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria.

¿Qué es la amistad? ¿Por qué se mantiene? ¿Qué implica y exige? Como en el amor, no hay una única respuesta para definir este tipo de interacción entre personas, que a menudo es más un sentimiento que un vínculo real. Y es el sentimiento lo que predomina en Arte. “¿Por qué seguimos siendo amigos si nos odiamos?”, se pregunta Iván (Luis Merlo) en uno de los puntos más álgidos de la obra.

Pero lo siguen siendo. Pues, también como en el amor, entre la amistad y el odio a veces tan sólo hay un paso. El egoísmo, el egocentrismo, la vanidad, la sinceridad y el tacto también son puestos a prueba en esta obra maestra que reflexiona sobre los motivos que nos unen a otras personas y que mantienen firmes esas uniones por encima de las desavenencias y los problemas.

El centro de toda la trama: un cuadro. “Un cuadro blanco, con el fondo blanco, en el que discurren unas finísimas líneas diagonales, también blancas”, como describe Marcos (Alex O’Dogherty) el lienzo que uno de sus mejores amigos, Sergio (Iñaki Miramón), acaba de adquirir por 50.000 euros.

Marcos, Sergio e Iván: tres individuos completamente diferentes, que se van revelando poco a poco para mostrar al público tres personalidades exquisitamente complejas. Con formas de pensar y actuar completamente diferentes, los tres protagonistas de la comedia tratan de entender y de explicar los motivos que les convierten en íntimos amigos.

A Marcos dice preocuparle el derroche que ha hecho Sergio en una obra que no entiende. La realidad es otra. Lo que realmente le preocupa es haber dejado de ser un centro de admiración para su amigo.

A Sergio le fastidia que su amigo Marcos no comprenda su pasión por el arte, o eso dice. En realidad lo que le preocupa es el sentimiento de que su amigo le desprecia y desdeña sus nuevos intereses.

E Iván, un ser inestable y dependiente, sólo sufre por la idea de que sus dos mejores amigos se separen. Mientras, sus amigos no soportan su falta de iniciativa para tomar partido en las desavenencias.

Sensible, dubitativo, carente de resolución y con un toque de histeria femenina, el personaje de Luis Merlo aporta los momentos más fascinantes a la representación, provocando en el público carcajadas que llegan a la extenuación y las lágrimas.

Solo y ante la mirada atenta de sus dos compañeros de escena, Merlo reproduce un monólogo de vértigo durante más de 15 minutos con el que por momentos consigue dibujar ante los ojos del público a tres personajes diferentes: su novia, su madre y él mismo; con referencias a su padre, a su madrastra y hasta a la madrastra de su novia.

Con éste y otros efectos maestros, Arte logra mantener la tensión durante las largas dos horas que dura la obra. Los momentos escénicos de mayor altura aparecen franqueados por instantes de diálogo realmente bajos de tensión y atractivo. Un efecto que consigue incrementar la sorpresa y el éxito de los mejores gags de la función.

En definitiva, Arte se presenta como una obra redonda, pulcra, impecable en su dirección y ejecución, que tan pronto nos entristece como nos sumerge en las más sonoras carcajadas. Sólo un pero: el epílogo final. Una reflexión a trío que aparentemente llega a destiempo y que resulta de difícil comprensión para el espectador. Aunque, ¿quién sabe? Quizás para aceptarla había que entender de Arte.

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