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domingo, 9 de noviembre de 2008

"Tengo un culo fantástico"

Tiene 42 años y un desparpajo que expresa con un cierto tono de tímido y algo desvalido, quizá porque le hemos pillado en plena siesta. Compagina una gira teatral con el rodaje de la serie televisiva El internado, lo que le lleva a decir: "Curro como un bestia". Le gusta leer, tocar el piano y estar con sus perros. Recoge animales, y les ha adaptado la casa para que vivan como marqueses. Se les ve encantados.

Interpretar Arte lo han hecho Flotats, Darín y varias decenas más. ¿No se les ocurría otra cosa?
Y Alan Adland, Alfred Molina, Tom Courtney y los actores más importantes del mundo. Es la obra de teatro contemporáneo más viva que existe.

¿Y usted qué aporta?
Es mi mayoría de edad como actor. Y la reflexión sobre la amistad de la función es maravillosa.

Será su mayoría de edad. Pero empezó en una película en la que acosaba sexualmente a su auténtica tía, Amparo Rivelles. ¿Degeneradillo?
No, no, qué va. Yo he tenido otro tipo de degeneraciones. Pero en aquella película sufrí precisamente por el pudor de tener que acosar a mi tía. Ella me decía: "¿Quieres tocar de verdad?".

¿Degeneraciones confesables?
Van por la vía de la libertad en exceso, nunca por la del sometimiento.

Ha hecho desde Calígula a Don Juan. ¿De cuál de estos dos personajes tiene más?
De Calígula. La locura del exceso. Estoy más cerca de la locura que del romanticismo.

Para exceso, su disco Mi pollito amarillo.
Eso es una putada, más que un exceso. Yo tenía nueve años y quería ser artista, pero artista adulto. Me ofrecieron cantar, debía de ser un cursi de narices, y pensé que iba a grabar a Brecht. ¿Cómo se puede ser tan gilipollas? Se vendieron dos discos: uno lo compró mi madre, y el otro, la madre del que cantaba conmigo.

¿Cuántos pueblos se ha pasado la Reina al criticar el matrimonio homosexual?
Pues todos los pueblos que han sido masacrados por pensar, sentir o amar de manera distinta a la de la mayoría.

Presume de ir a todos los matrimonios de sus padres, Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo. Estará siempre de boda.
Últimamente, gracias a Dios, lo estoy dejando. Les he dicho que me hace muy feliz que se casen cada cinco minutos, pero que ya conmigo no cuenten mucho.

¿Por qué El principito es su cuento preferido?
Porque habla de que a la rosa hay que cuidarla todos los días. No me gustan las personas de grandes gestos, sino las que día a día cuidan las cosas que debemos cuidar.

¿Usted tiene más de principito o de serpiente?
Yo me veo con la capacidad de ser las dos cosas. Lo que pasa es que repto poco. Poco para lo que en esta sociedad se considera que se debe reptar.

¿El Rey León o Bambi?
Bambi, por la ternura. Y porque el sufrimiento le retrata muy bien.

Decían que Zapatero era Bambi.
En contraposición a la madrastra, lo parecía. Pero no es Bambi. Es un ser muy inteligente.

¿La madrastra era bajita y con bigote?
Sí, y además tenía una risa como de teleñeco.

¿Qué papel le falta?
El de quedarme una temporada sin hacer ninguno. Soy mejor espectador que actor. Ahora compro horas, tiempo.

"Soy un trotamundos de cinco estrellas". ¿Punto pijo?
No. Lo que quiero decir es que me gusta recorrer el mundo, pero una tienda de campaña no sé lo que es ni quiero saberlo.

Dice todo el mundo que es muy buen chico. ¿Se lo cree?
Bueno, quizá ése sea el mejor de mis papeles. Cuando deje el escenario, se van a enterar.

Le gustan los "personajes con infierno". ¿Qué va, de diablillo?
Es que la bondad, la ternura, retratan muy mal. Me gustan los personajes que tienen un punto oscuro. Yo también lo tengo. Y no tengo ningún pudor en enseñarlo.

Que se vea.
Es que puedo tener muy mala leche, ser muy intolerante, muy egoísta y poco cínico.

Pues tápeselo, que quiero seguir con la entrevista.
Me lo tapo. Ya está tapado.

Cuenta que lo menos perfecto de su cuerpo son los pies. ¿Y lo más sublime?
He tenido toda la vida un culo fantástico. Y el que tuvo, retuvo. Me lo han dicho mucho: "¡Qué culo!". Y es una cosa que me ha hecho feliz.

Mientras hablamos, se está poniendo ciego de potitos.
Es que me acabo de despertar de una siesta, y tomo muchos zumos. Llevo dos de pera, y ahora uno de kiwi.

Cuatro perros, tres gatos... ¿A cuáles prefiere para charlar?
Depende del horario, del idioma y del momento. Pero te entienden muchísimo más y mejor que muchas personas.

¿Y qué le dice su psicoanalista?
Que no vuelva, porque no tiene arreglo. Pero con la cantidad de idiotas que tiene uno que aguantar a diario, llegar a mi casa por la noche y escuchar y hablar con mis perras y con mis gatos, que son tan inteligentes, es un lujo.

Con tanta familia, ahora entiendo que no pueda retirarse.
A veces les digo: ¿Vosotros sabéis lo que yo trabajo para que tengáis este pienso tan rico?

Afirma que les gusta tumbarse con usted. ¿Es lo mejor que se lleva a la cama?
No, me gusta más variedad. Zoofilia sólo, no. Y digo sólo porque no está excluida.

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1 comentario:

  1. Luís, ¡Qué culo!

    Me ha gustado mucho la entrevista. Campechano como él solo! gracias Luis por ser así.

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