Miguel AYANZ.
Construida con tiralíneas, perfecta en su arquitectura dramática, la comedia «El crédito» es Jordi Galcerán en estado puro: líneas y réplicas ágiles, escritura coloquial, situaciones divertidísimas, personajes con fondo, giros imprevistos y un colmillo bien afilado. El autor nos lleva en su nuevo estreno a un banco donde un tipo pide un crédito. Cuando el director se lo niega, será amenazado por el cliente con una estrategia que sobrepasa cualquier moral y que hará tambalearse su perfecta vida familiar. En tiempos de crisis, el espectador sonríe cuando la banca, convertida en mala de la película, pierde. Es la teoría del tartazo del cine mudo –o la desgracia ajena, en general– aplicada con cierto oportunismo coyuntural. Pero aquí llega lo mejor: el chantaje se desarrollará de forma inesperada. La torpeza y las dudas harán el resto: ésta es, en definitiva, más que sobre la crisis o la banca, una comedia sobre el miedo. Tanto que se acaba sintiendo empatía, y hasta pena, por el agujero en el que el banquero se mete.
Gerardo Vera terminó a lo grande su etapa en el CDN –aquel memorable «Agosto»– y acierta de nuevo, ahora en otro género, dando aire a sus actores, acertando en sus movimientos y entendiendo que en una comedia como ésta la tecnología ha de estar al servicio de la puesta en escena, con proyecciones puntuales que no se comen al texto ni al dúo protagonista. Y ellos corresponden. Luis Merlo está muy divertido como el galán insospechado, un Don Juan desarrapado al que lleva a su terreno cómico sin afectaciones; y Carlos Hipólito reafirma lo que en él es costumbre, ser grande. Histérico, soberbio, desvalido o agresivo, cada frase derrocha comprensión de un personaje tan patético como humano.
Si predecir el éxito de una obra es imposible –quien crea saberlo, que se meta a productor y ya veremos–, dar con la clave de un bombazo como fue «El método Grönholm», la referencia inevitable de Galcerán, se escapa a cualquier análisis lógico a priori. Pero sí se puede decir que este «Crédito» lo tiene todo para funcionar como un tiro.
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